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Introducción
Sólo una sociedad que llegue a valorar adecuadamente el folklore nacional como parte de ese patrimonio de todos, y para ello es previo su conocimiento; será capaz de evitar su desaparición poniendo los medios humanos y materiales que ayuden a su permanencia.
Porque la cultura de un pueblo es la suma de sus tradiciones.
Hagamos una breve revisión de las generalidades del folklore como un proceso de estudios y técnicas definidas que comprenden a una forma de arte popular que ha sido considerado durante mucho tiempo como el “saber del pueblo”, saber que necesita ser conocido y transmitido, una forma que utiliza a menudo como expresión, corresponde a las artesanías.
Y si acaso alguien habla de costumbre como sinónimo de folklore, diré que costumbre es la imitación que hace el hombre actual de sus antecesores y el cultivo de ésta herencia se ha convertido en un trabajo sistemático, metódico, comparativo, científico y delicado.
Pero para llegar a esta conclusión, el estudio del folklore debe saber distinguir los diferentes elementos que componen el “todo” que comienza con los primitivos patrimonios culturales de nuestro Panamá, cuyas manifestaciones tienen un poco de indio, de negro, de blanco.
Esa amalgama de grupos humanos representa la creación de formas e incorpora experiencias que se transmitieron de generación en generación; y esta creación de objetos se va volviendo más compleja porque los conocedores de las necesidades se dedicarán con habilidad a resolverlas y revolverlas.
De este modo comienza a existir una dependencia respecto al producto y se elaborarán unos más sofisticados que se usarán como útiles de trabajo, de la guerra, de uso doméstico, de confort ó de valoración espiritual.
El resultado de la producción se convierte en selectiva y el artesano se consolida dentro de la comunidad ó grupo social al que pertenece y la diferenciación se hace notoria, indígena, rural, urbana.
La iglesia y su influencia en la colonización
“La conquista se dio mediante la explotación de la fe y el uso de la plasticidad de los materiales para ajustar la expresión artística; y es que los frailes como motivadores del arte, respondían a conceptos litúrgicos filosóficos o rituales, elementos que han sido comunes en todos los tiempos a todos los pueblos.
Surgen entonces en su derredor las cofradías de artistas populares, artesanos, indígenas y criollos que a imitación de las logias feudales europeas eran las llamadas a trabajar y producir para la edificación de conventos, iglesias y capillas que brillaran con su resplandor artístico; el arte popular estuvo dirigido hacia el enriquecimiento de las iglesias y el clero; sólo de esa forma podemos entender cómo se pudieron llevar a cabo obras donde se mira la sensibilidad y destreza de nuestros aborígenes para trabajar las artesanías y para crear arte.
Ese mundo prehispánico dentro del concepto mágico – religioso que imperaba en la época, se hacía sentir y se plasmaba en las “varas de autoridad” cuya realización se lleva a cabo mediante la talla de madera como un proceso ritual, como una forma de poder, de rango social; son los llamados bastones de mando.
De la vistosa orfebrería indígena quedan vestigios, más, sin embargo son los frailes los que van a canalizar hacia un objetivo común, toda esa diversidad de formas, figuras y ornamentos que harán que de la iglesia un centro de poder.
El cultivo divino propició la creación de cruces, custodias, centelleros, cálices, etc., a ello se fue agregando el adorno personal tales como cadenas, cruces, leontinas y prendas de uso diario.
Estos artesanos merecieron una clasificación por la corona.
1. Plateros.
2. Plateros de plata.
3. Plateros de oro (oro).
4. Maestro o rive.
El artesano surge como un servidor que conoce a la gente para quienes produce y les habla, se comunica en el lenguaje propio de su grupo diferenciando porque es un miembro más de ese grupo.
Por ello puede dar respuestas adecuadas a las necesidades escuetas, limitadas a un consumo de objetos muy reducido y solicitado en calidad y cantidad específica.
Algunos artesanos pueden localizarse por especialidades; por ejemplo: tambores, polleras, máscaras de diablos, prendas de polleras y ornamentos adicionales.
De acuerdo con el lugar donde se produce la materia prima, tenemos sombreros, chácaras de pita, alfarería, cestería, cerámica.
El trabajo del artesano, aunque general incluido dentro de un repertorio limitado y repetitivo, ofrece siempre una variedad individualizada; cada objeto de una serie se diferencia de otro; alguna novedad hace que los objetos no se repitan exactamente bien porque el material obligue a ello, bien porque la precisión no es compatible con la tecnología que se emplea o bien porque el propio artesano desea alterar un planeamiento previo.
Dentro del “arte popular” las formas artesanales en principio se producen sin pretensión de originalidad ni afán de afirmar su individualidad, por ello más algo propio se expresa el espíritu de su pueblo dentro de una época; el pueblo precisa formas que interpreta el artesano, que establece un diálogo a través de su entrega reflexiva a la materia, la función y la forma.
Esos eran los que dirigían y daban las pautas para diseñar los objetos, es por esto que se puede ver con qué preciosísimo estilo se plasman los diseños, especialmente de los objetos sacramentales y religiosos, se puede mirar cómo utilizaban cualquier objeto de la naturaleza; plantas, hojas, frutos, raíces, animales, insectos, aves, el mismo cosmos es utilizado para recrearlo, para plasmar y comunicar ideas, mensajes a su colectividad, tal como se esquematiza en el ensayo investigativo “La danza de los diablos Cucuas”, publicado en la Revista Lotería.
A esta readaptación social producto de la cultura nacional que era una mancuerna entre el poder eclesiástico y el gobierno militar, se fueron sumando las influencias de los diversos grupos étnicos que llegaron al Istmo; unos en calidad de conquistadores y otros como esclavos; éstos a su vez fueron sustituyendo a los servidores indígenas que en su afán de sobrevivir buscan las tierras altas, se internan en las montañas, logrando así preservar parte de su historia musical – instrumental que hoy conforma su realización artesanal.
Porque un grupo humano como el nuestro entendido en su totalidad, ligado a sus creencias con seguridad y convicción, largamente asentado en una misma área, va recibiendo y transmitiendo una manera de hacer y den entender llegando a situaciones de estabilidad que se prolongan por mucho tiempo. Quiere decir que encontró soluciones que satisfacen sus necesidades de acuerdo con lo posible, limitándose a introducir mejoras de recreación en sus propios hallazgos. Y es que la semilla cayó en tierra fértil…
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